La migración no es del todo feliz
“La migración no es del todo feliz” y Ella Sigue de Viaje, el nuevo libro de Luis Felipe Lomelí
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El pasado 27 de junio se presentó en Profética Casa de la Lectura la reedición del libro Ella sigue de viaje (La Pereza Ediciones, 2018) del escritor Luis Felipe Lomelí. Charlamos con mucho gusto con el autor de “El emigrante” el cual es uno de los escritos más breves en la literatura.
El pasado 27 de junio se presentó en Profética Casa de la Lectura la reedición del libro "Ella sigue de viaje" (La Pereza Ediciones, 2018) del escritor Luis Felipe Lomelí. Charlamos con mucho gusto con el autor de “El emigrante” el cual es uno de los escritos más breves en la literatura.
R.O: En tu libro yo veo tránsito, mucho viaje, movimiento ¿por qué estas temáticas de desplazamiento?
L.F.L: Digamos en el 2005 estaba muy de moda la idea de la globalización y de cómo seguiríamos en la aldea global y todas estas cosas. Por un lado yo había estado viajando a todos estos lados que aparecen en el libro y me llamó la atención del cómo las relaciones con el entorno, las relaciones humanas, de pareja, eran tan locales, es decir, las cosas que llegaban afectar en la vida privada seguían siendo muy de ciertos lugares específicos aunque todo mundo dijera que vivíamos en un mundo globalizado.
Los factores de violencia que afectaban a las personas cambiaban radicalmente porque no era lo mismo estar en Argentina con la crisis económica a estar en Colombia después de la operación de Orión o estar en México que en ese momento todavía no pasaba nada, no pasaba gran cosa y que teníamos en la clase alta estos problemas de primer mundo en el que, sí somos súper bien open mind pero somos bien racistas y clasistas y machistas como aparece en el cuento “Un poco de alivio”. Por una lado, eran las diferencias de este desarraigo que causaba el desplazamiento por la globalización donde nadie se hallaba donde estaba ni se hallaba así mismo. Creo que mi generación en el caso latinoamericano ha sido una que ha vivido mayor desplazamiento en este sector privilegiado, como gente con estudios universitarios. Si bien la generación del boom viajó muchísimo, éste era un grupo más reducido donde todos se conocían, se hicieron súper amigos y luego súper enemigos y se veían en los mismos lugares, compartían los mismos ideales. Mi generación no tenia los mismos ideales, ni sabíamos donde estaban esos ideales. Y por otro lado está mi propia historia de vida que inicia con desplazamientos, con viajes por cuestiones económicas y por cuestiones familiares
R.O: ¿Cómo el viaje, el emigrar te ha ayudado en tu escritura para responder estos temas de migración, de frontera?
L.F.L: No sé qué tanto en la escritura pero sí trato de entender el entorno en el que estaba y a mí mismo y fíjate que luego es medio irónico porque entiendes el entorno en el que estabas pero ese entorno ya desapareció porque pasó el tiempo ¿no? Entonces ya jamás vuelves al mismo lugar. El asunto de viajar te pone en perspectiva. Si uno creció en México en los 80s o 90s, uno sentía que había ciertas cosas dadas por sentado como la separación de iglesia y estado y dices, ¡claro, eso sucede en todo el mundo! pero resulta que viajas a Colombia o a Chile, Austria o España y ¡cuál separación de iglesia y estado! También tiene que ver con la manera con la que leemos estas literaturas de estos grandes lugares porque la frase que uno quiere leer de Foucault significa algo en ese contexto pero la traducción en este no puede significar lo mismo. Lo mismo pasa con las situaciones laborales, los derechos de los trabajadores, la reforma agraria, la tenencia de la tierra. Muchas de las diferencias que teníamos con el resto de Latinoamérica ahora no las tenemos por las reformas estructurales y en realidad eso era lo que me llamaba la atención. Pasa igual en derechos humanos, igual en derechos de género, la participación de la mujer en la política o de las mujeres en la política. No es lo mismo hablar de la segregación en un país como México que tiene esta reunión de la ONU en el 75 y ¿qué pasó? montón de leyes que en el momento eran súper progres jamás sucedieron en otros lugares del mundo y aunque no se llevaron a la practica en México porque seguimos siendo una sociedad machista, la ley estaba ya estaba, como por ejemplo, la ley que permitía el aborto en caso de violación y eso era impensable en Colombia, Argentina, en Chile o en España.
R.O: En el cuento “La sombra de los peces en la arena” hay un miedo al abandono, hay un “ya no quiero estar en esta movilidad constante porque no me sé en ningún lugar”. ¿Tú sientes que sí existe este miedo en ti, el abandonar los lugares en los que estás, o el abandonar lo que escribes?
L.F.L: Creo que trataba de hablar de esta falsa dicotomía o de esta esquizofrenia de mi generación en la que todos crecimos con este rollo, léase este sector privilegiado social, de que lo que importaba era tu desarrollo profesional. Mi generación crece con este ideal de estudiar como si fuera la universidad un centro de capacitación empresarial y se igualaba a tener un mejor ingreso y nos la creímos. Este desarrollo profesional implicaba la movilidad, poner este desarrollo por encima de cualquier cosa, por encima de relaciones de pareja o de la familia. Tiene que ver con este asunto de la búsqueda de la felicidad de lo que creíamos que nos iba a satisfacer como personas en donde pues quién sabe que creíamos que nos iba a ser felices. Es como este asunto de sigue tu sueño y en realidad nadie sabía si tenia alguno.
R.O: Siento que Ella sigue de viaje es un libro violento, con mucha violencia doméstica como en el cuento “Abril está en otra parte” o en “No me ignores” ¿Por qué tomar el viaje como justificación de una ausencia o como tránsito para olvidar?
L.F.L: Escribo mas para tratar de exponerme preguntas de cosas que no entiendo y por supuesto los cuentos no tratan de expresar una solución sino mas bien, poniéndonos psicoanalíticos, plantear un caso de algo que es horrible. Es triste no saber cuál es la raíz del problema de este tipo de violencia doméstica. De algún modo pareciera que la idea del viaje es una escapatoria, una forma de salir del problema y eso ha sucedido desde las migraciones del siglo XVI en América, aquellas privilegiadas, y en la globalización del siglo XXI fíjate que el viaje tampoco significa esa escapatoria, más bien es escapar para volver a lo mismo, caer en las mismas cosas.
R.O: En Ella sigue de viaje está también esta búsqueda de la nostalgia, el recuerdo como herramienta para llegar, para viajar, a ese lugar del pasado donde todo parecía posible y diferente y sin embargo, con eso, los personajes se tornan muy angustiados y tienen pavor para reinsertarse a los lugares a los que llegan.
L.F.L: Resulta que hay ciertos viajes o ciertas migraciones donde el inmigrante o emigrante, depende de donde lo veas, sí termina reinsertándose en otra vida pero hay otras donde terminas mas reinsertándote en una etiqueta. Mucha de la migración contemporánea de este grupo de gente privilegiada termina siendo de etiqueta como por ejemplo, la etiqueta del profesor universitario que está en un departamento de estudios culturales y convive con personas parecidas a él y da lo mismo entonces que esté en Nueva York o Paris ya que convive con gente que mantiene historias iguales a las de él y ocurre que no hubo esta transformación que pudo haber pasado antes gracias al viaje. Y por lo mismo es muy difícil que no exista esta dicotomía del olvido y de la memoria porque jamás entras a otra sociedad.
R.O: Pasa en el “Figón de sal” y en “El Cielo de Neuquén” esa resistencia a la comunicación, esa resistencia, nuevamente, a acoplarse al lugar al que se llega y por lo tanto, se imposibilitan las relaciones. En ambos cuentos tus personajes viven aislados, en lugares donde pasa todo y nada a la vez ¿Por qué sucede esto en tu libro?
L.F.L: Creo que parte de esta resistencia de comunicación tiene que ver con eso que nos dicen como tónica mundial como lo que es y debería ser este mundo.. No es una resistencia a ser parte de los usos y costumbres de donde llegaste a vivir sino una resistencia a dejar de ser eso que te han dicho que tienes que ser para ser parte de este mundo globalizado. Por ejemplo, en el cuento del “Figón de sal”, donde no sabemos por qué alguien pondría un café en el medio de la nada. Toda la península de Baja California está llena de esta traza de lugares, de sueños, de vestigios que quién sabe qué fue de ellos porque ya nada más ves el escombro. En el caso de “El cielo de Neuquén”, los personajes, Georgina y Denisse, también de algún modo buscan un sueño, una con mayores posibilidades económicas y la otra que no quiere saber nada de nada. Lo que trataba yo de hacer ahí que también tiene que ver con mi historia es el exponer lo que sucede cuando uno pasa a vivir de una ciudad grande como el D.F. a un lugar pequeño. Siempre me ha llamado la atención cómo la gente que le gusta vivir en lugares grandes son muy felices porque nadie los conoce y eso solo puede venir desde el privilegio, digo desde el privilegio porque no tiene ningún tipo de necesidad, y al contrario, cuando te mudas a un lugar pequeño donde todo mundo sabe quién eres, que ahí estas y que eventualmente sí tienes necesidad y tienes pocos interlocutores, todo este bagaje que uno trae de su propia historia de vida termina siendo una terrible barrera porque de algún modo nos pesa mas nuestra historia de vida.
R.O: En “El Croar de las Ranas” y “Dos Acequias”, los narradores me dan la impresión de que tienen una necesidad de recordar porque esos momentos fueron totalmente significativos en sus vidas de las que sabemos únicamente su pasado. ¿El viaje supone recordar en Ella sigue de viaje?
L.F.L: Depende ahí del personaje. Tiene que ver con lo que hablábamos de este asunto de en qué fallé, cómo fue que llegué a tomar estas decisiones que ahora me tienen jodido y tratar de entender esa parte donde se rompió el hilo y qué puedo hacer para rearmarme. Creo que es imposible no volver a ciertas cosas, es decir, en la dinámica del viaje, el no mantener ciertos faros para medio saber qué ha sido con tu vida para no terminar perdido cuando te sientes perdido. Es tratar de averiguar qué pasó y también por qué, como en el caso de “El croar de las ranas”. La migración no es del todo feliz.
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